Lafayette Ron Hubbard es, sin duda, un explorador y un oficial de Marina americano sumamente valeroso. Fue también —ya no cultiva este género— uno de los mejores autores americanos de obras fantásticas y de ciencia ficción. Entre sus novelas traducidas al francés, citaremos Le bras droit de la mort (El brazo derecho de la muerte) («Hachette»). Lo mejor de su obra, en el campo de lo fantástico y de la ciencia-ficción, fue escrito antes de la guerra de 1940. Durante esta guerra, y a consecuencia de una herida sufrida en un combate con los japoneses, Hubbard pasó por la experiencia de la muerte clínica. Le reanimaron; pero parece que conservó la conciencia, cuando esto era normalmente imposible, y que tuvo percepciones y sensaciones que jamás ha explicado por completo.
Lafayette Ron Hubbard, descubridor de: la dianética y la cientología. Redactó para información de algunos amigos íntimos, recuerdos de sus vidas anteriores. Estos recuerdos proceden, según él, de una gran civilización galáctica, de la que no somos más que una colonia perdida. Reunió sus recuerdos en un libro titulado Excalibur, que dio a leer a algunos voluntarios. Éstos se volvieron locos: La dianética, el psicoanálisis, la cientología, e incluso los medicamentos conocidos, son incapaces de remediar a aquellos hombres.
Hubbard sigue su travecía por los océanos y tomando notas, mientras unos desconocidos tratan de forzar su caja fuerte y de leer Excalibur. Mientras tanto, la cientología se desarrolla hasta un punto que parece muy inquietante el numerosas de personas interesadas en aprender la cientología.
Encubrimiento del Libro
Como en el origen de todas las religiones, existe un Libro. Con la diferencia de que este libro, Excalitur, en vez de ser difundido, se mantiene cuidadosamente oculto, como el talismán secreto de la nueva religión. El fenómeno es curioso, pues, en casos análogos, como el de los mormones o el de los babistas, el libro fundamental —libro de Joseph Smith, para los mormones; profecías de Bab, para los babistas— ha sido profusamente difundido.
En lo que concierne a la cientología, asistimos, a la vez, a un esfuerzo de propaganda extraordinariamente moderno y a una organización que oculta un libro secreto que podríamos llamar condenado. No sabemos bien qué les ocurrió a las personas que lo leyeron: ¿se volvieron locas sólo por leerlo, o intentaron ciertos experimentos?
Por esto, la cuestión de saber con exactitud lo que hay en Excalibur, de saber hasta qué punto la doctrina secreta de la cientología trata de ocultarlo.
El propio Freud parece haber estado loco de atar, durante la primera fase de su carrera: practicaba la numerología y creía en las más toscas supersticiones. Se ha dicho que recobró la salud mental durante una segunda fase, después de haberse analizado él mismo.
Como dijo acertadamente G. K. Chesterton: «El loco no es aquel que ha perdido la razón; el loco es aquel que lo ha perdido todo, salvo la razón.»
La cientología, trata de apelar a fuerzas profundas y desconocidos de un super-hiper-inconsciente que se extiende en el pasado hasta una antigüedad que no puede explicar ningún código de genética razonable. Algunos documentos cientológicos hablan de setenta y dos millones de años. Lo cual parece mucho tiempo.