Es difícil saber quién fue el primero que aludió a un libro llegado a la India y que procedía del planeta Venus. Se supone que fue el astrónomo francés Bailly, a finales del siglo XVIII, pero es posible que existan referencias anteriores.
El francés Louis Jacolliot parece haber sido quien bautizó el libro con el nombre de Estancias de Dzyan, en el siglo XIX. Desde mediados de este siglo, se registra una serie de accidentes acaecidos a personas que decían tener estas Estancias. Pero es con el auge y la caída de Madame Blavatsky cuando la historia de las Estancias de Dzyan adquiere toda su amplitud.
¿Quien fue Mademe Blavatsky?
Es difícil hablar de Madame Blavatsky de un modo absolutamente imparcial. Las opiniones a su respecto son contradictorias, y las pasiones, incluso en nuestra época, siguen siendo violentas.
El mejor libro en francés sobre este tema fue escrito por Jacques Lantier; La Théosophie (CAL). En este blog, se limitara decir de Madame Blavatsky lo necesario para comprender la fantástica historia de las Estancias de Dzyan.
Elena Petrovna Blavatsky nació en Rusia, el 30 de julio de 1831, bajo el signo de múltiples calamidades. Éstas empiezan el día de su bautizo: se prende fuego a la casulla del pope; éste sufre graves quemaduras, y varios de los asistentes resultan conmocionados a causa del pánico. Después de este brillante principio, y a partir de los cinco años, Elena Blavatsky siembra el terror a su alrededor, hipnotizando a sus compañeros de juego: uno de ellos se arroja al río y se aboga.
A los 15 años, empieza a manifestar dotes de clarividencia completamente imprevistos y, en particular, descubre delincuentes que la Policía se mostraba incapaz de desenmascarar.
La gente empieza a ponerse nerviosa; se piensa en meter a la joven en la cárcel, hasta que dé una explicación razonable a sus actividades y sus dones.
Afortunadamente, interviene su familia: la casan, pensando que así la calmarán; pero ella se escapa y embarca en Odessa con rumbo a Constantinopla. De allí, pasa a Egipto.
Las Estancias de Dzyan
En todo caso, Madame Blavatsky vive, en El Cairo, con un mago de origen copto y, por añadidura, gran erudito musulmán. Este le revela la existencia de un libro condenado muy peligroso, pero que le enseña a consultar por clarividencia. El original se encuentra, según el mago, en un monasterio del Tíbet.
El libro se llama: Estancias de Dzyan.
Según el mago copto, este libro revela secretos de otros planetas y referentes a una historia de cientos de millones de años de antigüedad.
Podemos decir, al menos, que Madame Blavatsky, cuya imaginación fue siempre muy viva, se apasionaba fácilmente por los relatos fantásticos derivados de una tradición muy antigua. Si quisiéramos llevar al máximo la hipótesis, podríamos imaginar cualquier cosa. En realidad, existen casos muy excepcionales de clarividencia. Otro buen ejemplo es el de Edgar Cayce (véase la obra de Joseph Millard: L’homme du mystère, Edgar Cayce. El hecho de que Madame Blavatsky realmente leyese por clarividencia una obra extraordinaria no es absolutamente imposible.
Más tarde, dice poseer, en forma de libro, las Estancias de Dzyan. Al salir de El Cairo, se dirige a París, donde vive gracias al dinero que le envía su padre; después marcha a América, donde se relaciona con los mormones y estudia el Vudú. Vuelve después a Londres, para encontrarse con cierto Kout Houmi Lal Sing.
Sea lo que fuere, K. H. (Kout Houmi Lal Sing) empieza a escribir a Madame Blavatsky. Algunas de sus cartas han sido publicadas. Entre otras cosas, habla en ellas del peligro de armas fundadas en la energía atómica, y, en consecuencia, de la necesidad de guardar ciertos secretos. Esto, ¡hace cien años! Encontraremos un eco de estas cartas en la novela de ciencia-ficción de Louis Jacolliot, Les mangeurs de feu, donde asistimos ya a la conversión total de la materia en energía.
Estas cartas contienen otras muchas cosas. A medida que las recibe, Madame Blavatsky, mujer inculta cuya biblioteca se compone únicamente de novelas baratas compradas en las estaciones de ferrocarril, se convierte rápidamente en la persona mejor informada del siglo XIX en todo lo que atañe a las ciencias.
Basta leer libros tales como La doctrine secrète, Isis dévoilée y Le symbolisme archaïque des religions, firmados por ella, para comprobar su inmensa cultura, que va desde la lingüística (es la primera en estudiar la semántica del sánscrito arcaico) hasta la física nuclear, pasando por todos los conocimientos de su época y de la nuestra, amén de algunas ciencias que están aún por inventar.
Se ha dicho que su secretario, George Robert Stow Mead, era un hombre muy culto. Pero Mead no conoció a Madame Blavatsky hasta 1889, y sólo estuvo con ella durante los tres últimos años de su vida. Además, si este antiguo alumno de Cambridge conocía muy bien todos los problemas relativos al gnosticismo, no puede decirse que poseyese la cultura universal, tan adelantada en relación con su época, que se manifiesta en la obra de Madame Blavatsky.
Esta pretendió siempre que su información provenía de las Estancias de Dzyan, que al principio había consultado a distancia y de las que, después, recibió un ejemplar en la India. No sabemos muy bien dónde aprendió el sánscrito: esto forma parte del misterio.
Conspiración contra Madame Blavatsky
En 1852, Madame Blavatsky reaparece en la India; vuelve después a Nueva York, y vive otros dos años en el Far West. En 1855, se encuentra de nuevo en Calcuta; luego, trata de penetrar en el Tíbet, pero es enérgicamente rechazada. Entonces empieza a recibir avisos: si no devuelve las Estancias de Dzyan, le ocurrirá una desgracia. Efectivamente, cae enferma en 1860. Durante tres años, huye de un lado a otro, por Europa, como si la persiguiesen.
En 1870, regresa de Oriente a bordo de un barco que cruza el canal de Suez, recién abierto. El buque hace explosión. Se dijo que transportaba pólvora para la artillería, pero esto no ha sido demostrado. La mayoría de los viajeros quedan reducidos a polvo, de modo que no se encuentra rastro de sus cadáveres. La descripción de la explosión recuerda, más que nada, la de una bomba atómica táctica. Madame Blavatsky se salva, no sabemos por qué clase de milagro.
Después, trata de dar una conferencia de Prensa en Londres. Un loco (?) dispara contra ella varios tiros de pistola, y declara en seguida que ha sido teleguiado, anticipándose de este modo a Lee Harvey Oswald, Shirhan Shirhan y Charles Manson.
Madame Blavatsky sale con bien del alentado, pero está terriblemente asustada. Organiza una conferencia de Prensa para presentar las Estancias de Dzyan, pensando suprimir de este modo la amenaza. Pero el manuscrito desaparece. Desaparece de una caja fuerte, moderna para su época, que se encontraba en un importante hotel.
Madame Blavatsky se convence ahora de que tiene que luchar con una sociedad secreta extraordinariamente poderosa.
Publicación del libro
Las amenazas continuaban si Madame Blavatsky se obstina en hablar del libro de Dzyan, debe atenerse a las peores consecuencias. Sin embargo, ella no cede. Ahora tiene en su poder las Estancias de Dzyan, que ni siquiera están en sánscrito, sino escritas en una lengua llamada Senzar, de la que nadie ha oído hablar, ni antes ni después de ella.
Madame Blavatsky traduce incluso el texto al inglés: esta traducción será publicada en 1915 por la «Hermetic Publishing Company» de San Diego, Estados Unidos, con un prólogo del doctor A. S. Raleigh.
La réplica de los Desconocidos es terrible; y admirablemente organizada. Hieren a Madame Blavatsky en su punto más sensible: sus pretensiones de ocultista. La «Sociedad de Estudios Psíquicos» inglesa publica un informe absolutamente devastador, redactado por el doctor Hodgson: Madame Blavatsky no es más que una vulgar prestidigitadora; toda su historia es un fraude. Madame Blavatsky no se repondrá jamás del golpe producido por este informe.
Vivió así hasta 1891, psíquicamente destrozada, en un lamentable estado de depresión mental. Declara públicamente que lamenta haber hablado de las Estancias de Dzyon; pero es demasiado tarde. Ciertos indios estudiosos, como E. S. Dutt, critican y hacen añicos el informe Hodgson; pero no llegaron a tiempo para salvar a Madame Blavatsky.
Después de su muerte, se sabrá que una verdadera conspiración había sido organizada, simultáneamente; por el Gobierno inglés, los servicios de Policía del virrey de la India, los misioneros protestantes en la India y otros personajes que no pueden ser identificados y que eran, probablemente, los más importantes del complot. En el campo de la guerra psicológica, la operación montada contra Madame Blavatsky fue una verdadera obra maestra.