El Sueño | Relato Jacobo Grinberg
Cuando me di cuenta de que el castillo estaba adentro, me dispuse a observarme a mí mismo. Vi una casa llena de ojos que danzaban fantásticos bailes. Los de la derecha se movían en todas direcciones adoptando las más extrañas y aberrantes posturas. Después de unos instantes los ojos aparecieron en la frente y en las mejillas. Yo no tenía duda alguna de que me estaba observando a mí mismo, pero al mismo tiempo me aterrorizaba el tener tantos ojos. Cuando miré con mayor atención noté que mi imagen era el reflejo de un espejo y eso me tranquilizó.