El Libro de Enoc es un texto apócrifo y libro prohibido con narraciones de ángeles caídos, los Nefilim y viajes extradimensionales de Enoc. Es un libro muy debatido, ya que presenta información insólita sobre el origen de la perversión humana y la venida de ángeles caídos a la Tierra. Podría pensarse que la Iglesia Católica lo censuró porque el texto era revelador y arriesgado para su doctrina.
Fue escrito en hebreo 100 años antes de Cristo. Se había perdido casi totalmente hacia el siglo IV d. C. pero fue recuperado en Etiopía por el explorador James Bruce en 1773.
El Libro de Enoc casi fue introducido en la Biblia, pero fue rechazado como «apócrifo». No obstante, Enoc es un patriarca respetado y es mencionado varias veces por otros autores bíblicos y cristianos. Fue el tatarabuelo de Noé y padre de Matusalén.
La razón principal de no incluirlo en la Biblia, de hacerlo como un «libro prohibido», es que la Iglesia Católica concluyó que el texto no fue escrito por Enoc, sino por varios autores hebreos de entre los siglos III a. C. y I d. C. El profeta vivió antes del Diluvio Universal bíblico, hace más de 2000 años antes del siglo III a. C.
Contenido del Libro de Enoc
La primera sección del libro narra la caída de los Vigilantes, nos relata que los ángeles que tuvieron sexo con mujeres humanas y engendraron a los Nephilim. Luego se describe el ascenso de Enoc hacia la dimensión de los Cielos, con el objetivo de interceder ante Dios (por los Vigilantes).
Estos ángeles les enseñaron a las mujeres distintos poderes y misterios celestiales, como la magia, el uso de las hierbas y la astrología. Esto generó como un desequilibrio de tipo divino-terrestre, y eso, sumado a los engendros de los perversos Nefilim, hizo que Yahvé provocara el Diluvio Universal.
Enoc en las diez dimensiones celestiales
El viaje de Enoc a los Cielos fue liderado por el arcángel Uriel y comenzó con un tipo de nave espacial: el profeta fue levantado en una carroza que desprendía fuego y relámpagos.
El Primer Cielo se encuentra arriba del firmamento donde los ángeles controlan fenómenos atmosféricos como la lluvia y la nieve. En el Segundo Cielo está una «oscuridad» donde se torturan ángeles rebeldes. El Tercer Cielo muestra al Jardín del Edén.
Más al norte de ese cielo está un infierno donde se torturan a los injustos y los que vivieron en pecado. Enoc sube al Cuarto Cielo, donde mira el movimiento del Sol y la Luna.
El Quinto Cielo muestra muchos de los Grigori, unos Vigilantes o Ángeles Caídos.
En el Sexto Cielo, Enoc se encuentra con unos arcángeles. Entre ellos están siete fénixes, siete querubines y siete seres con seis alas.
En el Séptimo Cielo, otro lugar lleno de ángeles, Enoc logra contemplar, a la distancia, al mismísimo dios Yahvé sentado en su trono, iluminado de una forma asombrosa y sobrenatural.
En el Octavo Cielo vive Muzalot, que mueve el zodíaco y las constelaciones. El Noveno Cielo es el mero firmamento superior, donde está el zodíaco estelar. Y en el Décimo Cielo está el trono de Yahvé. Ahí Enoc fue convertido en arcángel (en Metatrón según tradiciones judías).
En el capítulo 20 del Libro de Enoc (Libro I), Enoc observa el Abismo, un «pozo oscuro» pleno en fuego celestial. Uriel le explica que se trata del lugar donde se va a encarcelar a los Ángeles Caídos.
En el lado oeste de una gran montaña está un lugar donde se reúnen las almas de los muertos, esperando el Día del Juicio Final. Es el Sheol, el inframundo de la mitología judía, donde esperan humanos justos e injustos.
La información presentada por el Libro de Enoc es extensa e importante. Sus visiones de las dimensiones celestiales son significativas y asombrosas.
De acuerdo a la Biblia hebrea, los Cielos, la dimensión del dios Yahvé, no puede ser accedida por los seres humanos.